martes, 25 de agosto de 2009

Ach, was ich weiß, kann jeder wissen. - Mein Herz hab ich allein



"Lo que yo sé, cualquiera puede saberlo. Solo mi corazón es mío". Sería la traducción tradicional de la frase de Werther, quizá mi favorita de todo el libro.


Werther siempre será un canto al amor, a la naturaleza, al sentimiento desaflorado y sin bridas, a la pasión, si se quiere, pero pasión pura (a pesar de que pueda sonar contradictorio), idealizada en ese eterno femenino que está representado en Charlotte.

La frase es un llamado a la libertad. No importa lo que sepamos, lo que conozcamos: lo que nos hace ser humanos, y también lo que nos individualiza, es lo que sentimos. No importa que haya torrentes de conocimiento en nuestro cerebro: el corazón es lo que importa, lo que hace valer nuestra persona.
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El libro de Goethe, del cual no quiero dar muchos comentarios (ya suficientes los hay en cualquier enciclopedia o en blogs de aficionados) fue uno de los pioneros en el romanticismo alemán, romanticismo que, de una u otra manera, se trató de hacer presente a lo largo del siglo XX con todos los -ismos (el existencialismo es posiblemente el ejemplo más claro), y esa voz que se alza contra lo clásico, contra la tecnología, contra las costumbres, se verá en la última parte del siglo pasado disfrazada una vez más con lo que ocurre con la Generación X. Por eso, creo yo, que las cuitas, los pensamientos, las preocupaciones de muchos de nosotros que pertenecemos a esa generación, se pueden ver reflejados en la forma de pensar de este personaje.

En esta era de la información, no obstante, de la que se pueden sacar ventajas, hay siempre que recordar dónde se encuentran las cosas valiosas. El conocimiento en sí mismo es válido, pero no se compara con lo que sentimos. La razón, que tantos progresos trajo, también nos trajo guerras y hambres. El conocimiento no debe limitarse a lo técnico; ese gran olvido en el que se tiene a la inventiva humana, a su quehacer, en parte ha provocado que el hombre se descarríe, porque, en palabras de Terencio, no cumple con el mandato de "Llega a ser lo que eres".

En fin, inicia este blog, que pululará de pensamientos e ideas inconexas. Pero qué más da.

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